domingo, 22 de junio de 2014

Elagábalo

[...] supongo que todos, en algún momento de nuestra vida, esperamos que las cosas cambien con una carta. Sí, una carta que viene volando a lo lejos asida por el pico de una majestuosa lechuza y como si de una película se tratase; pues ese día, nada cambió. 

      Si echo la memoria atrás e intento ver cómo era hace unos años. me resultaría casi imposible acordarme, recordarme, puesto que el ser humano es un ente en constante cambio -sin mencionar el hecho de que como los estudiosos de la psicología advierten, en nosotros viven 3, el yo, el ego y el superego- y por tanto es casi imposible saber quiénes somos. En esa intrincada mezcla me hallo, intentando averiguar quién soy y cómo he llegado hasta este mundo que de imperfecto e irreal, me parece completamente autodestructivo. De vez en cuando vienen hasta mi memoria flashes de tiempos pasados, imágenes de ciudades completamente fastuosas, bellamente decoradas...

       A veces hay días en que uno no se siente especialmente atractivo, y otros por el contrario que no haces más que desfilarte toda la puta ciudad con la autoestima tan alta que con una sola sonrrisa derribarías cualquier tipo de muro que te pusieran delante, pues bien, aquella noche fue la que el viejo, tímido y cohibido chaval, dejó paso ese ávido Emperador al que hace referencia. No esperaba mucho de aquel día la verdad, acudir al local habitual en que uno se siente más en su salsa, ese pequeño refugio de paz que todos tenemos en algún rincón de esta sórdida y aletargada ciudad. Solo esperaba poder entretenerme como cualquier otro jueves, ya que yo no soy muy dado a salir un día de diario; no quería que Clío se perdiera la oportunidad de ver ese magnifico espectáculo o puede que sencillamente estuviera buscando alguien con quien hablar. 

      Durante el espectáculo, no dejé de comentarla, a colación de las puyas que el chaval nos estaba tirando a cada uno de los que estabamos allí las ideas que me venían surgiendo a la cabeza. Me vanaglorié de que verdaderamente el chaval, tal y como yo había dicho, tenía el trasero más bonito de toda la ciudad -y con todos mis respetos a su queridisima pareja, pero es así- y me señalo con muy buen acierto, que de hecho, también tenía unas piernas muy bonitas. De vez en cuando, con el disimulo que a veces me caracteriza, echaba una mirada a la mesa de enfrente y entre bromas, muy hacia mis adentros deseaba poder estar así con alguien como estaban ellos, tiene merito que dos personas se quieran con tanta sinceridad y más si ya tienen cierta edad en la que todos -o la gran mayoría- estaremos de acuerdo en que se nos hace un poquito más dificil encontrar ese tipo de personas. 

      Tras el pequeño descanso en el bar sólo quedamos como quien dice ''cuatro gatos'' pero ese espíritu de hacenoslo pasar tan bien, no hizo mella en él. de repente vi que mi acompañante giraba la cabeza y se levantaba rapidamente para acercarse a la puerta del establecimiento. Al mismo tiempo, yo también giré mi cabeza para ver qué le habia llamado tanto la atención. Tuve suerte de que Clío tuviese el mismo trayecto que yo, ya que era la primera vez que quedaba con ella fuera de aquel círculo en el que nos conocimos. Llegado el momento de partír, se unió a nosotros uno de aquellos chavales que a última hora entró en el bar. He de reconocer que mis ojos se posaron en él desde el mismo instante en que pude verlo, y hasta me costó disimular, por eso es que al acabar, me ceñi esa boina que tanto me gusta y que me da un aire tan bohemio y salí apresuradamente del local para intentar controlar mis nrvios y que no se me notase. 

    Por el camino, estuvimos hablando de mil y una estupideces y que sinceramente no puedo recordar; No use verdadero empeño en recordarlas, estuve más atento a sumirada, sus gestos, cualquier indicativo que me dijera que él, al igual que yo, había puesto toda mi atención en él. llegado la hora de despedirme, no recuerdo muy bien lo que dije, pero tuve suerte, decidió acompañarnos un poco más y dejamos a Clío en su casa y nos despedimos de ella. 

          -Ahora tienes que guiarme, no sé dónde queda el centro comercial
          - Tranqui, solo sígueme (dije mientras intentaba que los nervios no quebrasen mi voz)

    De camino y para que el silencio no se hiciera demasiado cómodo, hice algún que otro comentario a esos ojazos que tenía o a lo bien que viste un traje. Él haciendo un intento muy sutil de corresponder a mis comentarios (Que mas que eso, parecían auténticas embestidas con ariete) dijo que de los dos, sin duda, a quien mejor le quedaría era a mi. Llegamos a nuestro destino y decidí acompañrlo un poco más esperando a que su gallardía contrarestara mi timidez y diera el primer paso, extendíó su mano hacia mi con un ''buenas noches'', pero de repente y sin que a mi cerebro le diese tiempo a pensar, cogí su mano, y lo acerqué a mi, dejando que sus labios dibujaran a los míos sin pensar, sin decidir si mal o bien... intentando almacenar cada instante de aquel momento en mi memoria por si al día sigueinte no lo volviera a ver. 

-Encantado, soy Elagábalo, pero puedes llamarme Ela. 

Y al minuto siguiente de dejarlo atrás, recibí en mi teléfono un mensaje al que sólo pude contestar con un ''He encontrado a mi Hierocles'' 



      


1 comentario:

  1. Me gusta. Tu tambien me gustas :3
    Quiero la continuacion y que sea bonita.

    Fdo:Clio

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